El cerro al frente no es el San Cristóbal, ni es uno solo. Es una cadena montañosa, parte de los Andes, en Cajamarca. La vista se vuelve horizontal y tribunas atestadas con 10,000 personas con ponchos y polleras celebran y animan. Anisado en vez de pisco, cigarros sin filtros en lugar de habanos, el coliseo es el de Cutervo y no el de Acho (y sobre las ganancias del torero en pie sobre la arena, ídem en una diferencia de tres a uno).
Así, matador y toro se observan. El primero se pone de rodillas y espera la embestida a porta gayola hasta el final. Pase y el júbilo al grito de '¡ole!' es total. Entonces, Juan Carlos Cubas, huancaíno de solo 25 años, suda y saluda. Es que Acho y la Feria del Señor de los Milagros son la conclusión, pero no el todo. La vida del torero pemano es también la del recorrido y degustación de orejas y dificultades en los pueblos más recónditos del interior. "En lo que va del año he participado en 30 corridas de las ferias más importantes en Cutervo, Cajabamba, Huamachuco, Matara, Palca y San Miguel, entre otros", hace la cuenta Cubas: "Son pueblos a lo mejor pequeños, pero de plazas monumentales que siempre se llenan". Así, mientras la atención de los entendidos yace sobre Lima, "los toreros luchamos por hacernos en el interior para prepararnos y poder llegar a Acho. que es el escaparate para llegar al extranjero", comenta Cubas, quien en mayo pasado llegó incluso a participar en 2 corridas en Campeche, México.
Ahora, Cubas se presenta en la feria de Acho el 20 de Noviembre.
Igual, la vida del torero nacional no es de facilidades. "Los novilleros peruanos no tienen
muchas oportunidades porque
vienen muchos extranjeros de
España, México, Colombia, incluso
Venezuela, que en su país no ven
ni un pitón pero aquí los traen
como matadores de mucho cartel,
reconoce. Claro que también vienen
buenostoreros, pero más es la
cantidad que la calidad".
Entonces, hay que hacerse, torear
donde se pueda que de ahí sale la
experiencia y la supervivencia.
Así,
Fuente: Caretas