Una tarde muy soleada, expectativa de fin de fiesta y toreros que van por todas. En Puquio se respiraba ese ambiente taurino, se llenaban los tendidos en la plaza y ya mismo se anunciaba el paseíllo. La terna estaba conformada por los matadores Juan Carlos Cubas de azul pavo y oro, Fernando Roca Rey de turquesa y oro, “Curro” Jiménez de verde agua y oro, con ganado de San Pedro y Salamanca, terciados, faltos de fuerza, se rajaron pronto pero algunos dieron juego.
Juan Carlos Cubas, que no había tenido suerte el día anterior ya que le toco el peor lote en suerte, esta vez se le vio resuelto y decidido desde el inicio. Recibe al de San Pedro con una tanda de verónicas rematando con una media de rodillas, Chicuelinas y Tafalleras en el quite. El toro acude codicioso. Empieza su faena de muleta con derechazos profundos. El burel parece ir bien por ese lado pero deja la sensación que durará poco. Una tanda de naturales muy ceñidos y desplante rodilla en tierra con una mano en el pitón. El público aplaude la finura de la tanda y las formas. Ya casi no hay toro, pero el huancaíno insiste en sacarle todo lo que tiene. Se mete en los pitones del toro, se arrima valientemente, y termina con manoletinas muy ceñidas. Con la espada fino, estocada entera y el toro rueda sin puntillas. El juez otorga una oreja que el público exigía.
Cuando sale su segundo toro ya el público venia prendido con el de Huancayo, tal eran las ganas y arrojo que transmitía. El de San Pedro sale erguido y se estrella en dos burladeros, entusiasma su bravura. Acude al caballo con ambición y luego recibe buenos pares de banderillas de Denis y Victoriano Castillo que entusiasman al público. El torero en los medios brinda al respetable y luego empieza su faena sentado. El astado acude a la muleta y se inicia una tanda de derechazos rodilla en tierra que termina en los medios. Suena la música y como es ya casi una marca del peruano, la banda Unión Juventud de Puquio hace sonar los acordes del huayno “Yo Huancaíno”. El astado embiste y el diestro lo torea como sabe, en toda su expresión. Naturales de mucha categoría, desplanta de rodillas, gira sobre sí mismo y redondos invertidos que el público aplaude a rabiar. Luego los derechazos hondos, molinete y vamos con el remate de pecho. Ya esto es una fiesta. El toro noble pero ya se va quedando sin aire. Nuevamente las manoletinas ceñidas y luego a igualar. Se toma su tiempo con la espada que introduce en todo lo alto, una estocada fulminante que hace rodar nuevamente sin puntillas al astado. Las palmas no cesan y el juez accede a las dos orejas que ya es de pedido unánime y cuyo otorgamiento es celebrado como propio por la gente. Puerta grande asegurada y una vuelta al ruedo muy celebrada que el Huancaíno agradece con la humildad de siempre.
Escapulario de Oro: Juan Carlos Cubas
Escapulario de plata: Miguel Mikulak (Subalterno)